Ministerio de la Mujer

El Departamento “Ministerios de la Mujer” ha sido creado por la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día con el propósito de apoyar, animar, orientar y estimular a todas las mujeres  adventistas en el cumplimiento de su divina misión como discípulas del Señor Jesucristo y miembros de iglesia en todo el mundo.

 

 


                                                                              

Nuestra misión es: Enaltecer a Cristo en la familia, en la iglesia, en la comunidad y en el mundo. De forma más específica, somos llamadas para:

Reconocer a la mujer como persona de inestimable valor porque ella fue creada y redimida por Jesucristo.

Ayudar a la mujer a profundizar su fe, y a experimentar  el crecimiento y la renovación espiritual.
Crear un vínculo, entre todas las mujeres de la iglesia mundial, para fomentar relaciones de amistad y apoyo mutuo así como la transmisión de ideas e informaciones.

Orientar a la joven mujer adventista, potenciando su desarrollo y creando medios para que ellas alcancen el máximo de su realización en Cristo.

Contemplar los intereses de las mujeres en un contexto multicultural y multiétnico.
Relacionar las perspectivas particulares de las mujeres con los problemas que afronta en la actualidad, la Iglesia en todo el mundo.

Descubrir medios de expansión para un dinámico servicio cristiano femenino.

Invitar a cada mujer adventista para que,  haciendo uso de los talentos que le han sido otorgados, complemente los  dados a otras mujeres y hombres, de forma que todos juntos, trabajemos en los objetivos de la Misión Global de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.



Su Gran Misión
Devocional para la mujer adventista

Cuando Jocabed recibió la encomienda de la hija de Faraón: "Lleva este niño y críamelo", la tomó como parte de Dios. Se había realizado un milagro en su rescate providencial, y entendió el privilegio y la responsabilidad que le era asignada de formar a este hijo íntegramente para que ocupara un puesto en la corte faraónica.

 

No sabemos a ciencia cierta la edad cuando llegó Moisés al palacio como hijo adoptivo de la princesa egipcia; pero fue tan profunda la enseñanza de los principios y valores eternos en esta mente joven, y tal la conciencia de su identidad como adorador del Dios verdadero y su pertenencia al pueblo escogido, que a pesar de estar rodeado de lujos y atenciones con la perspectiva de convertirse en el próximo faraón, no desvió su mirada del Invisible (Hebreos 11:27).

 

Su madre le enseñó a ver al Señor, y este lo sostuvo para cumplir su gran misión: librar al pueblo de Israel de la esclavitud.

 

Quiera el Señor que como madres podamos pensar que es Dios el que nos encomienda: "Toma este niño y críamelo". Seamos conscientes de la gran oportunidad que nos brinda de formar ciudadanos del reino eterno y seamos muy fieles en la eseñanza de la Palabra de Dios a nuestros hijos. Moldeemos su carácter espiritual de tal modo que nada ni nadie les haga perder la visión del Invisible.

 

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